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Pacto con el diablo

La conversación había planeado sobre ellos de forma habitual en los últimos meses, cosa no de extrañar dada la inexcusable complicidad y alto grado de entendimiento de que ambos disfrutaban desde que se habían conocido algún tiempo atrás. No obstante nunca habían entrado tan a fondo como aquella extraña noche de luna llena resplandeciente, en que algo embriagados y sin intención próxima de retirarse de la barra de aquel oscuro bar seguían compartiendo licores etílicos entre cortinas de humo.

- Entonces, estás segura -sonó concluyente-.

Sin vacilar un segundo y haciendo gala de una seguridad aplastante preguntó,

- Si te digo que hacerlo me parece lo lógico dadas las circunstancias ¿pensarás que estoy loca?


Ella siempre se mostraba segura en sus decisiones, cosa que él valoraba mucho y le permitía ir más y más allá de su mano. Clavó en ella su mirada, esos ojos expresivos por los que pasaban a ráfagas la excitación, el cariño, la pasión, la ilusión, a veces la dolorosa mentira e incluso la ira y la cólera habían tenido su momento. Se posó suave sobre sus labios besándola delicadamente y de igual forma tomó su mano en un gesto similar al cierre de un trato, siguió acariciándola delicado para poco a poco pasar a agarrar su muñeca comprimiéndola hasta estrangularla con una fuerza exagerada que a buen seguro la dejaría marcada unos días, se acercó entonces a su oído y susurró,


- Efectivamente es lo lógico, ambos ganamos con esta decisión...


Le adelantó entonces que la ceremonia para sellar definitivamente el pacto tendría lugar en breve, con mucha probabilidad en el próximo ciclo de luna llena, y le adelantó también que habría una marca física que la destacaría como lo que acababa de decidir ser, discípula de la oscuridad, una bruja. A partir de esa marca ella quedaba comprometida a rendir culto a a aquel oscuro hombre, adquiriendo a cambio algunos poderes sobrenaturales tales como volar, maleficios que podrían alterar conductas humanas o de elementos de la naturaleza así como modificar su aspecto a su antojo, pudiendo adoptar la apariencia de animales....

Comentarios

  1. No están mal los poderes, adicionales a los que posiblemente ya tendría la aspirante a bruja, mas quien sabe si a cambio de un costoso peaje. La sumisión, la entrega, la renuncia a voluntad por persona o culto es el mayor tesoro interior y más vale que la otra parte lo merezca...

    Besotes con escoba
    :-)

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  2. - Si te digo que hacerlo me parece lo lógico dadas las circunstancias ¿pensarás que estoy loca?

    Loca creo que estás, por lo menos con el grado suficiente como para estimular la vida de los que te conocen, por eso me gusta escribirte aqui, nadie en su sano juicio me dejaría.
    Y desde luego, los pactos dependen de las circunstancias. Noches de luna llena, barras de bar, ambientes etílicos y brumosos, y una presencia inquietante por el poder que deja entrever y que está dispuesto a cederte de algún modo, a cambio de algo que siempre es críptico y nunca claro del todo.
    ¿Quién coño iba a pactar algo a las 10 de la mañana en un McDonalds? Nadie se creería que el pelagatos de turno iba a poder concederte la capacidad de influir en los demás y mucho menos de poder convertirte en animal a tu gusto.
    Los pactos buenos se hacen con nocturnidad y alevosía, en luna llena o nueva, en ambientes brumosos y cerrados, o en encrucijadas fúnebres o bajo arboles grandiosos y milenarios. Y todos pactamos, todos nos dejamos seducir por la promesa de la inmortalidad, aunque vendamos el alma, trato del que nunca he entendido la parte negativa, ya que si vas a ser inmortal no sé cuando va a poder venir el diablo a llevársela.
    Y todos sentimos esa atractiva repulsión hacia un ser que tenga la capacidad de seducir cuanta doncella se le apetezca, para embriagarla con la promesa de un placer inminente, para que ceda ante él, para tenerla entre sus brazos abierta de cuerpo y mente, ofrecida sin límite alguno, y cuando parece que va a clavarse en su entrepierna, le clava los colmillos en el cuello para hacerla suya eternamente, para poder vivir de su vitalidad robada en forma de sangre.
    ¿A quién le disgustaría tener ese eterno poder? A las 11 de la mañana a muchos, pero por la noche............
    Y a todos nos encantaría ser los dueños de esa lámpara o de esa botella en la que mora un genio, presto a sacarnos de todos los apuros nada más conjurarlo. A este es al que más temo, todos sabemos de su capacidad de seguir nuestras indicaciones tan al pie de la letra que convierte el resultado en algo que no podríamos haber imaginado. Es el que tiene las instrucciones de uso más puñeteras.
    Todos hemos pactado alguna vez con alguien por la promesa de que una parte de su poder va a ser nuestro.
    Pero tú eres de las pocas que sabrán sacarle el suficiente partido.
    Si vas a aumentar tus poderes de bruja, cuenta conmigo.

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