No era aquel lecho sino un cóctel de brasas humeantes, humedades aún recientes y cuerpos entrelazados, doblegados y languidecidos por los excesos carnales que con nocturnidad y alevosía se habían extendido hasta bien entrada la madrugada. Ella, todavía despierta, permanecía quieta con los ojos cerrados sintiendo aquel cuerpo llameante descansar junto al suyo, sintiendo en la piel el ardor que probaba que la noche se había encarnizado con el amanecer. Sus enrojecidas nalgas le quemaban al roce de las sábanas y el hormigueo en los pezones le traía a la mente aquellos dientes que los hostigaban horas antes. La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada, relamiendo el cóctel de sabores que persistían en su boca y haciéndola desear una exhibición completa ante el espejo a fin de detectar y disfrutar todas y cada una de las marcas visibles que aquella noche y la pasión, a modo de trofeos, habrían dejado en su cuerpo. Deslizó las piernas en un intento de mayor aproximación a él, si es que esto era posible, y sintió entonces la quemazón de su vagina extendiéndose hasta su ano, acercó sus dedos en un intento de calmarlo y al contacto recordó la vehemencia con que la había penetrado aquella noche, en lo irresponsables que eran esas embestidas dado su tamaño y fuerza física y en lo aparentemente frágil que ella podía resultar, en los extremos orgasmos que mutuamente se habían arrancado. La leve presión sobre el clítoris le trajo a la mente los labios que lo habían retorcido, la humedad invadió su mano y a base de caricias repartió su excitación por los inflamados labios, se penetró con dos de sus dedos y así, en lo que decidió debía ser su estado natural, se quedó finalmente dormida.
Estaba escondida entre las sábanas, esperando hacer arte del sexo, trazar líneas al contacto de nuestra piel, llegando a ser..., convirtiéndose..., convirtiéndonos, en suspiros huídos al aire, bosquejando un fondo únicamente difuminado por la respiración que se nos agita, por gritos ahogados que nos acompañan, mutuos, sin darse tregua, dejando constancia en este papel que es la cama, esbozando en ella arrugas húmedas perfiladas al unísono por dos cuerpos que, transformando las ganas en trazos, crean siendo uno sólo .
no me digas más...la niña-mujer se llevó un mar repleto de olas salvajes a su lecho, cálido y salvaje...
ResponderEliminarLa belleza se completa si al abrir los ojos el fragor de la batalla da paso a la ternura, en un momento en que se cruzan las miradas y el tiempo se detiene.
Besos
:-)
Ella no había hecho más que cerrar los ojos cuando le sintió moverse a su lado, la besó, abrió sus piernas, se colocó entre ellas y en lo que fue un lanzamiento certero volvieron a tocar el placer, el dulce placer esta vez...
ResponderEliminarcomo escribes condenada...
ResponderEliminarBesos morbosos
La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada.......
ResponderEliminarMe recuerda a García Marquez que tanto me gusta.
Quiero uno de esos dedos que .........JKejejeje
me ha encantado esa frase: " en lo que decidió debía ser su estado natural..."ays esa naturalidad insultante..no la pierdas. besos feika;)
ResponderEliminarque buna manera de escribir que tienes!!!!!!!!
ResponderEliminarme encanto la manera que tienes para decir lo que estas sientiendo y la manera en que describes las sensaciones
un placer haber pasado por tu blog
te dejo un saludo
cuando el sexo deviene en arte escrito.....
ResponderEliminarcumulo
...please where can I buy a unicorn?
ResponderEliminar