No era aquel lecho sino un cóctel de brasas humeantes, humedades aún recientes y cuerpos entrelazados, doblegados y languidecidos por los excesos carnales que con nocturnidad y alevosía se habían extendido hasta bien entrada la madrugada. El la, todavía despierta, permanecía quieta con los ojos cerrados sintiendo aquel cuerpo llameante descansar junto al suyo, sintiendo en la piel el ardor que probaba que la noche se había encarnizado con el amanecer. Sus enrojecidas nalgas le quemaban al roce de las sábanas y el hormigueo en los pezones le traía a la mente aquellos dientes que los hostigaban horas antes. La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada, relamiendo el cóctel de sabores que persistían en su boca y haciéndola desear una exhibición completa ante el espejo a fin de detectar y disfrutar todas y cada una de las marcas visibles que aquella noche y la pasión, a modo de trofeos
"Unos dicen que soy muy buena. Otros que soy muy mala".
Mal negocio compañera cuando algo que suele regalarse para ser cuidado viene dado en alquiler y sin contrapartida previa.
ResponderEliminarEsperemos que no triunfe la oferta, es un producto que, sin ser demasiado listo, se sabe que vale más.
Besos al contado.
sigues escribiendo de vicio condenada... (lo de vicio sin segundas..¿o si?)
ResponderEliminarcumulo
Cúmulo, lo del vicio dímelo tú, que sigues entrando ;)
ResponderEliminarSi, he de reconocer que leerte es
ResponderEliminarun vicio.