Ganas acumuladas y comprimidas en un continente menor al volumen de éstas.
Cada minuto más es un minuto menos.
Sin opción de vuelta atrás en un curso natural que acabará por desbordarlas marcadas por el silencioso correr de un tupido velo de imprescindible pasión enmascarada.
Llenarán así el vacío de la madrugada y la oscuridad de la habitación de acompasados lamentos nostálgicos encubiertos en gemidos.
Evocarán en cada convulsión de placer las mismas caderas ajenas fuertemente encajadas.
Sintiendo como frías puñaladas la soledad de mi espalda por que no están.
Imaginando desde fuera del juego del que soy protagonista y derramando físicamente una y otra vez, hasta muchas, las ganas sobre la ocasión.
Ganas de más.
Más de lo mismo.
Más de lo mismo.
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