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I'm your man (Leonard Cohen)




Si quieres un amante, haré todo lo que tú me pidas, y si quieres otro tipo de amor, me pondré una máscara por ti. Si quieres un compañero, toma mi mano, o si quieres golpearme con rabia, aquí estoy, soy tu hombre.

Si quieres un boxeador, saltaré al ring por ti, y si quieres un doctor, examinaré cada pulgada de ti. Si quieres un conductor, súbete, o si quieres dar una vuelta, sabes que puedes, soy tu hombre.

Ah, la luna es demasiado brillante, la cadena está demasiado apretada, la bestia no se irá a dormir, me he estado moviendo entre esas promesas que hice para ti y que no puedo cumplir.
Ah, pero un hombre nunca consigue que una mujer vuelva, me arrodillaría, gatearía por ti, nena, y caería a tus pies, y aullaría a tu belleza como un perro en celo, y me agarraría a tu corazón, y lloraría en tu sábanas, y diría, por favor, por favor, soy tu hombre.

Y si tienes que dormir un rato, en carretera yo conduciré por ti, y si tienes que hacer la calle sola, desapareceré por ti, si quieres un padre para tu hijo, o sólo quieres pasear conmigo un rato por la arena, soy tu hombre.
Si quieres un amante, haré todo lo que tú me pidas, y si quieres otro tipo de amor, me pondré una máscara por ti.

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No era aquel lecho sino un cóctel de brasas humeantes, humedades aún recientes y cuerpos entrelazados, doblegados y languidecidos por los excesos carnales que con nocturnidad y alevosía se habían extendido hasta bien entrada la madrugada. El la, todavía despierta, permanecía quieta con los ojos cerrados sintiendo aquel cuerpo llameante descansar junto al suyo, sintiendo en la piel el ardor que probaba que la noche se había encarnizado con el amanecer. Sus enrojecidas nalgas le quemaban al roce de las sábanas y el hormigueo en los pezones le traía a la mente aquellos dientes que los hostigaban horas antes. La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada, relamiendo el cóctel de sabores que persistían en su boca y haciéndola desear una exhibición completa ante el espejo a fin de detectar y disfrutar todas y cada una de las marcas visibles que aquella noche y la pasión, a modo de trofeos

Mi musa

Estaba escondida entre las sábanas, esperando hacer arte del sexo, trazar líneas al contacto de nuestra piel, llegando a ser..., convirtiéndose..., convirtiéndonos, en suspiros huídos al aire, bosquejando un fondo únicamente difuminado por la respiración que se nos agita, por gritos ahogados que nos acompañan, mutuos, sin darse tregua, dejando constancia en este papel que es la cama, esbozando en ella arrugas húmedas perfiladas al unísono por dos cuerpos que, transformando las ganas en trazos, crean siendo uno sólo .

Entre caladas

Ya hacía horas que la botella de Remelluri palpitaba en nuestro sexo, y eso que fue el primer vino que no compartimos boca a boca. Para compensar, los latidos acelerados del corazón no hacían más que colaborar al reparto del alcohol en nuestros cuerpos. Lanzados, íbamos lanzados y juro que te hubiera follado en cualquiera de esos sitios, y juro que lo hubiera hecho de llevar falda o vestido como te juro que estoy mojada de recordarlo. El "vamos a casa" sonó de muerte. Túmbate en mi cama, relájate y ábreme bien las piernas cariño, que esta mamada va entre caladas. Aguántame el cigarrillo moderno y ve fumando de él, que yo ya le he dado unas caladas y empiezo a notar los tórridos efectos. Ahora quiero que los sientas tú mientras me sientes a mí fumando de tu sexo. Y voy a ir despacio, esta noche no tenemos prisa, y quiero provocarte haciéndote esperar. Sabes que primero me gusta repasarte con la lengua para llenar mi boca de tu sabor, ese sabor destilado en ese preciso instante