Nadie dejó a nadie, eso fue lo realmente doloroso, no había nada que asumir más que una ausencia sin motivos. No sabía si cabía la esperanza, si lo que hubo regresaría o si jamás volvería a verlo, si le había perdido o finalmente ganado, no sabía si asumir luto, o esperar paciente la victoria. Simplemente desapareció, sin explicación, robando la capacidad ajena de asumir los hechos y dejándola en un estado de semiconsciencia donde a ratos pensaba que volvería, avivando la ilusión, y otros su cada vez más lejana imagen se le antojaba borrosa en el recuerdo. Sigue siendo triste y borroso recordarle, había vivido situaciones duras en la vida, pero como aquella extraña desaparición, pocas, fue difícil, tuvo que dejarlo todo, su casa, su trabajo, sus amigos, salir de la tantas veces nombrada espiral y sus efluvios, refugiarse donde nunca quiso, e intentar recuperarse.
Y si sigue sola y sin hablar del tema es porque todavía no lo ha conseguido.
La vida y su toma y daka. Sin más.
ResponderEliminarNunca acaba de conseguirse del todo. Solo se pone una capa de barniz y se pinta sobre ella otra vez...a veces la pintura es mejor y otras no...pero así vamos pasando.
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