Anoche soñé que conocía personalmente a un morenazo de belleza salvaje que había visto en la tele horas antes de quedarme dormida. Coincidíamos en un sitio en el que había mucha gente, pero desde el primer cruce de miradas nos vimos envueltos en una búsqueda del uno por el otro cargada de ansiedad, sin siquiera mediar palabra deseábamos nuestros cuerpos más que nada. Nuestras explícitas miradas nos lo decían todo, nos desplazábamos de un lado a otro entre la gente buscando un rincón en el que poder tener al fin contacto físico, dándonos a la pasión más terrenal en cada ocasión como si en ello nos fuera la vida, hasta ser sorprendidos de nuevo, entonces seguíamos haciendo por encontrar lugares en los que continuar nuestra particular batalla de cuerpos.
El sudor y el llanto desconsolado de los sexos nos impregnaba y unía de forma casi sobrenatural, su melena morena golpeaba mi cuerpo en cada embestida, sus besos húmedos y acelerados impregnaban todavía más la escena y su cara de cabrón excitado era la imagen de la lujuria personificada.
Forzaba en el sueño mis piernas abiertas con tanta insistencia que esta mañana al despertar tenía calambres, y la garantía húmeda, de que alguno de los muchos orgasmos oníricos fueron también reales.
Como oí una vez a alguien...ten cuidado con lo que sueñas, no sea que se te convierta en realidad.
ResponderEliminarFelices calambres y besos
PD: Tu blog últimamente me mira, de verdad, no estoy majareta, me mira...