Andaba pensando en otros tiempos remotos, remotos, vaya, en la medida de lo posible, pues cuando una tiene recién cumplidos los 31 tampoco se puede retroceder mucho en el tiempo. Me recordaba a mí misma hace escasamente una década, recién entrada en la veintena, aquellos años cobrizos, que no dorados, y que nada tienen que ver con el tinte del pelo, en los que creía saberlo todo.
Revisando alguna foto de entonces observo pocas diferencias físicas, prueba de que el paso del tiempo me está tratando bastante bien, pero sí una gran diferencia en la mirada, sin duda alguna el paso del tiempo se ha llevado mi inocencia, aquella que irradiaba candidez en cada caída de ojos, la mirada de alguien que, creyéndose en posesión de la verdad absoluta quemó etapas a velocidad de vértigo, muy por encima del orden natural de las cosas, y lo peor de todo, es que ahora me doy cuenta de que lo hice no estando ni mínimamente preparada.
Hoy día quizá si lo esté, sin embargo he perdido entusiasmo, pocas cosas me sorprenden, supongo que la desidia de lo que encontré entonces, aquellos polvos, trajeron estos lodos, y esta vez no hablo de sexo, quedaron víctimas en el camino, y puede que yo sea la principal.
O quizá dentro de otros diez años me dé cuenta de que ahora tampoco sé demasiado y contemplando fotos descubra que sigo teniendo en la mirada un halo de inocencia.
Revisando alguna foto de entonces observo pocas diferencias físicas, prueba de que el paso del tiempo me está tratando bastante bien, pero sí una gran diferencia en la mirada, sin duda alguna el paso del tiempo se ha llevado mi inocencia, aquella que irradiaba candidez en cada caída de ojos, la mirada de alguien que, creyéndose en posesión de la verdad absoluta quemó etapas a velocidad de vértigo, muy por encima del orden natural de las cosas, y lo peor de todo, es que ahora me doy cuenta de que lo hice no estando ni mínimamente preparada.
Hoy día quizá si lo esté, sin embargo he perdido entusiasmo, pocas cosas me sorprenden, supongo que la desidia de lo que encontré entonces, aquellos polvos, trajeron estos lodos, y esta vez no hablo de sexo, quedaron víctimas en el camino, y puede que yo sea la principal.
O quizá dentro de otros diez años me dé cuenta de que ahora tampoco sé demasiado y contemplando fotos descubra que sigo teniendo en la mirada un halo de inocencia.
O quizá dentro de otros diez años me dé cuenta de que ahora tampoco sé demasiado y contemplando fotos descubra que sigo teniendo en la mirada un halo de inocencia.
ResponderEliminarEs muy difícil asegurar algo, pero dado que llevo 20 años más que tú en este mundo, creo poder asegurarte que te va a pasar. Nunca se sabe todo, nunca se sabe demasiado, solo se va sabiendo más. Y siempre se da uno cuenta volviendo la vista atrás. Se sorprende uno a si mismo viendo lo poco que sabía a los 20, a los 30, a los 40, y así sucesivamente, o por lo menos eso espero.
Porque si uno llega a estad edad, y sigue sabiendo lo poco que sabía.........apaga y vámonos.
Pero a ti te pasará, porque tus neuronas reciben su ración diaria de gimnasia, algo imprescindible para que eso pase. El cuerpo con el paso de los años se resiente ante el ejercicio, pero la mente no. Llega un momento que ya no siguen caminos paralelos.
Creo sinceramente que cuando pasa eso, es lo mejor que te puede pasar.
Hay pocas frases que me deprimen, pero cuando alguien a quién el paso del tiempo y las circunstancias han mantenido alejado de tu vida de relación,y a los pocos momentos de reencontrarlo y tras una breve puesta al dia mútua, te dice que no has cambiado nada, y que sigues siendo el mismo, rezas para que lo haya dicho en un intento de gratificarte de algún modo, pero que en el fondo no sea cierto.
Porque uno espera que su mente sea darwiniana, que a cada cambio eliga la mejor opción, porque solo se sobrevive de ese modo, o te aclimatas o te aclimueres.
O te aclimatas, o te aclimueres.
ResponderEliminarBuenísimo.
Para ser honesto, la frase no es mía. Un dia de agosto, estando de viaje por México, tras bajar de visitar una de esas maravillosas pirámides de escaleras interminables, bajo un sol que ese día era de injusticia, me dirigí rápidamente a la primera sombra bajo la que quedaba algún hueco, y una vez allí, saqué una botella de agua y en lugar de bebérmela, me la eché por la cabeza. Un mexicano que estaba sentado a mi lado, me miró y me dijo, con ese acento que tienen entre cantarín y arrastrao:
ResponderEliminarEn este país, o te aclimatas o te aclimueres.
Con su acento, la frase mejora que no veas.
Bonita reflexión cariñico.Ayer afirmabas que ya nada te sorprende, y que es triste sentir que nada te va a sorprender, eso es cierto, es triste. Quizá cuando aflojes un poco el control,igual te sorprendes un poco con lo inesperado..de cualquier modo ya nos sorprendimos bastante el otro día con AR...jejeje---¿ves perla como no lo tenías todo visto????muackkkkkk
ResponderEliminarCiertamente encontrar una estampa de Ana Rosa Quintana plastificada y expuesta en el coche a modo de San Cristobal lograría sorprender al más cansado de vivir.
ResponderEliminarNo obstante, más que a sorpresas por parte del respetable me refería a mi capacidad de sorprenderme, que es la que tengo algo mermada.
El control, no pienso perderlo nunca, aunque a veces, adrede y para compensar, lo cambie por dosis de descontrol.
Para muestra, el post anterior ;)
Cada vez que echamos la mirada hacia atrás topamos con aciertos y errores pasados, incluso víctimas de nuestros actos, es parte del aprendizaje de la vida.
ResponderEliminarPero como cada día amanece, queramos o no, es nueva ocasión para reinventarnos, sorprendernos y buscar algo que despiste la rutina cotidiana.
En ese sentido, momentos de reflexión o cábalas junto al mar son estupendas, es como tomar fuerzas para impulsarnos al columpiarnos, recobrar el movimiento y el brillo en la mirada, porque en el columpio subyace algo de inocencia (y no la pierdas, que es genial) pero también de sueños que se hacen realidad, al menos, como diría Mafalda, hasta que vuelves a poner los pies en el suelo...
;-)
Besotes y felicidades por los años estrenados.
:-)
PD: ah, y para ratos serios, ya sabes donde anda uno, que no tenga que ir a tirarte a la cabeza la Blackburra.
:-P
Brillante relflexión. Me gusta como esta impregnada de humildad y......Quiero ver esos ojos a los 20 años, los de ahora y dentro de 10 quiero volverlos a ver.
ResponderEliminarPor pedir que no sea.
El culo, tetas y las otras cosas importantes de momento no.
¿Preparada? ¿para qué? Ya lo decía el poeta "se hace camino al andar", tan ingenuo es creer saberlo todo a los veinte que a los ochenta.
ResponderEliminarY Jose Maria, ese "no has cambiado nada" se refiere normalmente al físico, en caso contrario sería un acto de hipocresía pues en unos pocos minutos no da tiempo a tanto. Así que no te deprimas por tan poco que hay muchas cosas malas en el mundo.
Fdo.Un chico frívolo.
La verdad es que he exagerado un tanto al hablar de frases que me deprimen, pero bueno, está claro a lo que me refiero. No haber cambiado nada me produce sensación de estancamiento, algo que procuro evitar en lo posible. Y desde luego, si después de 25 años se refiere al aspecto físico, tengo un amigo oftalmólogo muy bueno.
ResponderEliminarCon el paso del tiempo vas cambiando, madurando dicen. Echas la vista atrás y te gustaría volver a revivir esos 20 o esos 25, sabiendo todo lo que sabes ahora. Pero el pasado no lo puedes volver a vivir porque es eso precisamente, pasado. Te sirve para aprender de los errores cometidos e intentar no volver a repetirlos.
ResponderEliminarLos mejores vinos, esos grandes reservas tan apreciados, son aquellos que van madurando con el paso del tiempo, mientras observan cómo otros son consumidos rápidamente y se quedan por el camino.
Karlos, el vino de reserva es bueno sólo hasta que se agría, después sólo sirve para adornar estanterías.
ResponderEliminarFdo: Un chico frívolo.
Brindo por el escritor Roberto montero Glez, ganador del premio Azorín ´08.