Ir al contenido principal

Disculpad mi osadía

Tres años de blog.

Y tres ya es algo, casi bastante. Porque a la tercera va la vencida. Porque tres son multitud y porque no hay dos sin tres. Porque es un número bonito para practicamente todo. Y quiero así pues volver a felicitarme una vez más por la semiconstancia en mantener en semiactivo el blog por un agosto de otro año más, un año, este último, en el que he tenido la imaginación disparada (y/o disparatada), tanto, que la mayor parte de notas y cábalas las he hecho a la antigua usanza, con boli y bloc, y casi siempre allá donde me han atacado las ganas.

Y es que aquí hay ya demasiados pájaros. Es la vida lógica de un blog. Nace, crece, se difunde, y si la temática es personal, como es el caso, una termina acojonándose antes de pinchar en "publicar entrada".

De hecho hace ya algún tiempo que no escribo aquí desde dentro, quiero decir, que no escribo sobre lo que siento, esto es, sobre lo que realmente siento, y me pierdo fácil en frases que se refieren más a lo que me empapa mi circunstancial alrededor, y tengo afilada la vena crítica, por casualidad, o precisamente para no escribir desde dentro (causalidad).

Que sí, que una cosa es que te importe poco lo que piensen de ti, y otra, automutilarte.

Parece que es momento de volver a cambiar hábitos, costumbres, relaciones, formas y hasta frases hechas, toca reestructurarse, toca, empezar otro capítulo.

El cincuenta y nueve, si no he perdido la cuenta.

Y tiene banda sonora. Apuntador, deme la voz.



Comentarios

  1. Te entiendo perfectamente. Yo empecé en esto del blog años ha cuando lo vi una tribuna perfecta debido al anonimato que me proporcionaba para largar mierda. Una especie de confesor o psicólogo. Al principio soltaba lo primero que me venía a la mente, reflexionaba sobre las cosas que me pasaban e intentaba ser lo menos hipócrita posible. Pero vas conociendo gente y a algunos no les gusta la imagen que proyectas. A otros simplemente no quieres asustarles... aunque para eso ya es demasiado tarde digo yo! La cosa es que ahora me veo en un punto en el que no escribo lo que quiero por miedo a herir a alguien o por miedo a dar mala impresión y es un asco!
    Aunque de vez en cuando tengo rebrotes.

    ResponderEliminar
  2. Tal cual! me he sentido así muchas veces con mi blog, pero al final te das cuenta de que ¿para qué ocultarlo? eres así, al fin y al cabo. De echo no se tú, pero yo empecé en esto porque necesitaba sacar de mí algo, exteriorizar a través de poesía. Luego claro está, es inevitable, conocidos van encontrando la página, trazan paralelismos, imágenes, tratan de identificarse... un lío!

    Sálvese quien pueda!!

    Besos, nos leemos!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¿Cómo lo ves?

Entradas populares de este blog

Post

No era aquel lecho sino un cóctel de brasas humeantes, humedades aún recientes y cuerpos entrelazados, doblegados y languidecidos por los excesos carnales que con nocturnidad y alevosía se habían extendido hasta bien entrada la madrugada. El la, todavía despierta, permanecía quieta con los ojos cerrados sintiendo aquel cuerpo llameante descansar junto al suyo, sintiendo en la piel el ardor que probaba que la noche se había encarnizado con el amanecer. Sus enrojecidas nalgas le quemaban al roce de las sábanas y el hormigueo en los pezones le traía a la mente aquellos dientes que los hostigaban horas antes. La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada, relamiendo el cóctel de sabores que persistían en su boca y haciéndola desear una exhibición completa ante el espejo a fin de detectar y disfrutar todas y cada una de las marcas visibles que aquella noche y la pasión, a modo de trofeos

Entre caladas

Ya hacía horas que la botella de Remelluri palpitaba en nuestro sexo, y eso que fue el primer vino que no compartimos boca a boca. Para compensar, los latidos acelerados del corazón no hacían más que colaborar al reparto del alcohol en nuestros cuerpos. Lanzados, íbamos lanzados y juro que te hubiera follado en cualquiera de esos sitios, y juro que lo hubiera hecho de llevar falda o vestido como te juro que estoy mojada de recordarlo. El "vamos a casa" sonó de muerte. Túmbate en mi cama, relájate y ábreme bien las piernas cariño, que esta mamada va entre caladas. Aguántame el cigarrillo moderno y ve fumando de él, que yo ya le he dado unas caladas y empiezo a notar los tórridos efectos. Ahora quiero que los sientas tú mientras me sientes a mí fumando de tu sexo. Y voy a ir despacio, esta noche no tenemos prisa, y quiero provocarte haciéndote esperar. Sabes que primero me gusta repasarte con la lengua para llenar mi boca de tu sabor, ese sabor destilado en ese preciso instante

Cábala frente al Mediterráneo

Andaba pensando en otros tiempos remotos, remotos, vaya, en la medida de lo posible, pues cuando una tiene recién cumplidos los 31 tampoco se puede retroceder mucho en el tiempo. Me recordaba a mí misma hace escasamente una década, recién entrada en la veintena, aquellos años cobrizos, que no dorados, y que nada tienen que ver con el tinte del pelo, en los que creía saberlo todo. Revisando alguna foto de entonces observo pocas diferencias físicas, prueba de que el paso del tiempo me está tratando bastante bien, pero sí una gran diferencia en la mirada, sin duda alguna el paso del tiempo se ha llevado mi inocencia, aquella que irradiaba candidez en cada caída de ojos, la mirada de alguien que, creyéndose en posesión de la verdad absoluta quemó etapas a velocidad de vértigo, muy por encima del orden natural de las cosas, y lo peor de todo, es que ahora me doy cuenta de que lo hice no estando ni mínimamente preparada. Hoy día quizá si lo esté, sin embargo he perdido entusiasmo, pocas cosa