Ir al contenido principal

El que espera, desespera

"Lo que tarda tanto en llegar es igual que si no hubiera llegado, peor incluso, porque el cumplimiento a destiempo de lo que tanto se deseó acaba teniendo un reverso de sarcasmo."
Eurípides de Salamina (poeta trágico griego)




Odio esperar, lo odio profundamente, de las cosas que más odio en esta vida, será que esperé mucho en el pasado y no con buen resultado que intento huir de ello, pero me siento inevitablemente abocada pues en juego suelen entrar más intenciones aparte de la de una misma.


Cuando el teléfono no suena el silencio habla. Y es indolente pues actúa a traición, cuando menos lo esperas, y grita más fuerte al ritmo que una intenta relajarse. Y logra que no lo consigas. Y cuando esperas, sólo esperas, no avanzas.


No llama, no lo ha hecho, y es más que evidente que ya no lo hará.


Me suele costar alrededor de una semana hacerme a la idea, los dos primeros días se piensa que así será, que alguna vez tiene que salir bien, llamará, y todo será como parece que puede ser. Los dos días siguientes son de dudas, cabe la posibilidad de que no descuelgue el teléfono. A partir del quinto día se asume, no llamará, y te das cuenta entonces de que no has hecho en toda la semana más que eso de lo que tanto reniegas y odias. Esperar.


Ciertamente sus motivos tiene para no hacerlo, si yo fuera él, y tuviera su autocontrol tampoco hubiera llamado, aunque tampoco hubiera prometido que lo fuese a hacer. Pero esta vez no es válida la frase "él se lo pierde", no, esta vez pierdo yo, es el resultado de lo que he decidido ser, la consecuencia de haberme convertido en la mujer de la que tan a menudo presumo. Tanta libertad asusta, y no se puede estar en dos bandos, ni cambiar de chaqueta en función del interés, y no, no es este un acto de autocompasión ni mucho menos, sino de asumir una toma de decisiones, de actitudes, de un decidido y mantenido posicionamiento que me ha alejado años luz del estereotipo que ahora intranquiliza mi relax aullándome al oído el silencio de un teléfono que no suena, de una llamada que jamás llegará.



Comentarios

  1. Te preguntabas:
    " ¿ Y si quisiera cambiar las cosas? ¿ Sería capaz?".
    Aquí te contestas, y creo que no lo has sido. Es el resultado de "un decidido y mantenido posicionamiento que te ha alejado años luz del esterotipo...."

    Igual deberías de llamar tú.Y cambiar. O seguir besando ranas y sapos.

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que soporto la espera, el problema es la ansiedad que la acompaña... Las esperas sin ansiedades en general me resultan bastante inofensivas. Bonito espacio. Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Espero que la espera no haya sido larga y que todo te vaya fenomenal porque te lo mereces. Eres una personita muy interesante, alguien que merece la pena y espero que se haya dado cuenta de ello. Bsos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¿Cómo lo ves?

Entradas populares de este blog

Post

No era aquel lecho sino un cóctel de brasas humeantes, humedades aún recientes y cuerpos entrelazados, doblegados y languidecidos por los excesos carnales que con nocturnidad y alevosía se habían extendido hasta bien entrada la madrugada. El la, todavía despierta, permanecía quieta con los ojos cerrados sintiendo aquel cuerpo llameante descansar junto al suyo, sintiendo en la piel el ardor que probaba que la noche se había encarnizado con el amanecer. Sus enrojecidas nalgas le quemaban al roce de las sábanas y el hormigueo en los pezones le traía a la mente aquellos dientes que los hostigaban horas antes. La templada humedad de los fluidos de la lujuria que impregnaban la cama aliviaba el calor de los recuerdos que a modo de fotogramas revivía excitada, relamiendo el cóctel de sabores que persistían en su boca y haciéndola desear una exhibición completa ante el espejo a fin de detectar y disfrutar todas y cada una de las marcas visibles que aquella noche y la pasión, a modo de trofeos

Mi musa

Estaba escondida entre las sábanas, esperando hacer arte del sexo, trazar líneas al contacto de nuestra piel, llegando a ser..., convirtiéndose..., convirtiéndonos, en suspiros huídos al aire, bosquejando un fondo únicamente difuminado por la respiración que se nos agita, por gritos ahogados que nos acompañan, mutuos, sin darse tregua, dejando constancia en este papel que es la cama, esbozando en ella arrugas húmedas perfiladas al unísono por dos cuerpos que, transformando las ganas en trazos, crean siendo uno sólo .

Entre caladas

Ya hacía horas que la botella de Remelluri palpitaba en nuestro sexo, y eso que fue el primer vino que no compartimos boca a boca. Para compensar, los latidos acelerados del corazón no hacían más que colaborar al reparto del alcohol en nuestros cuerpos. Lanzados, íbamos lanzados y juro que te hubiera follado en cualquiera de esos sitios, y juro que lo hubiera hecho de llevar falda o vestido como te juro que estoy mojada de recordarlo. El "vamos a casa" sonó de muerte. Túmbate en mi cama, relájate y ábreme bien las piernas cariño, que esta mamada va entre caladas. Aguántame el cigarrillo moderno y ve fumando de él, que yo ya le he dado unas caladas y empiezo a notar los tórridos efectos. Ahora quiero que los sientas tú mientras me sientes a mí fumando de tu sexo. Y voy a ir despacio, esta noche no tenemos prisa, y quiero provocarte haciéndote esperar. Sabes que primero me gusta repasarte con la lengua para llenar mi boca de tu sabor, ese sabor destilado en ese preciso instante