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Me buscas, apareces, robas mi calma y con ella desapareces. El tiempo todo lo cura, pero no existe éste si regresas. Si vuelves esparciendo mi tranquilidad. Ignorando mi paciencia. Con ironía e inexplicables negativas envasadas al vacío. La obligación sobre la devoción, ya había oído antes esa canción. Más desconoces que la luna juega de mi parte. Pronto vendrá otra noche solitaria y el alcohol ganará de nuevo la batalla. Avanzará sinuoso por tu cuerpo y por tu mente. Dejaran de ser tuyos. Serán entonces del deseo, que es mío. Y volverás para otra vez no quedarte. Con tu calma y sin la mía. Con mi impaciencia y tu ironía.
Ya ves. Qué quirúrgico. Doctor, doctor, mi mujer necesita un orgasmo. Había un artículo por el ADN que hablaba de los consoladores y explicaba que durante años los médicos masturbaban a las mujeres 'histéricas' (o 'neuróticas' o algo así), y que de hecho originalmente los consoladores se vendían como aparatejos médicos para curar tales dolencias.
ResponderEliminarY encima el tío la trata como si le hubiera puesto una inyección: you've done good, you've done good. ¿No le dice eso? Algo así.
Espero que tras tan dura terapia al menos le de una piruleta. Sin segundas: de cereza.